El proceso de rebranding comenzó con el rediseño de la expresión mínima de la marca, en este caso el imagotipo, estructura donde el símbolo y el texto se funden en un solo elemento. Se planteó una propuesta flexible y escalable, que se adaptase a cualquier entorno digital, compuesta por una tipografía sólida en sus cimientos, y sencilla en sus detalles y remates.
Con unos caracteres de formas redondeadas, sin aristas, de fácil reproducción en pantallas, sin elementos innecesarios para darle una impronta de accesibilidad. En el texto se integró un símbolo, un rasgo propio que ayudase a diferenciar la propuesta y a hacerla única. Un gesto en forma de flecha representando el crecimiento y la mejora contínua. Una vez replanteado el imagotipo, se creó todo su contexto gráfico, un ecosistema visual y verbal con un nuevo tagline y nuevos colores, tipografías, iconos, infografías y fotografías. Sistema que se aplicó a todos sus activos comunicacionales como papelería, oficinas, APP, website, RRSS, etc.